contema cincuenta y nueve
El hombre prescindió primero de casi todo su vestuario: entregó a una tienda de ropa de segunda mano sus abrigos, sus chaquetas y sus docenas de pantalones y camisas; luego se deshizo del mobiliario, con la ayuda de manos amigas que depositaron mesas, sillas, estanterías, hasta un piano –que ya era más mueble que instrumento– en arcenes hospitalarios.
En otra tanda de desprendimiento decidió –tras leerlos– donar todos sus libros a la biblioteca más cercana; también, tras escucharla, toda su música; también, tras contemplarlos, todos sus cuadros, las imágenes que ilustraban sus días.
El hombre acabó por ceder, además, el resto de objetos, incluyendo sus cubiertos, sus platos y sus vasos, sus paños y manteles –también todos los aparatos electrónicos que decían prestarle algún servicio. Sus sábanas y la ropa entera de su cama. Su cama.
Procedía lentamente pero con constancia: primero se fue vistiendo solo con la misma camisa y pantalón, luego ya no se sentaba o leía. Luego comía solo con sus manos, en sus manos. Y entonces durmió en el suelo. Sobre el suelo.
El hombre liberó a todos sus animales: vació las jaulas, desató los correajes, abrió las puertas. Finalmente decidió, él mismo, abandonar su casa.
Automóvil jamás tuvo pero desatendió su bicicleta en la ciudad, hasta perderla. Abandonó también todos sus escritos, sus documentos, su pasaporte.
Vagó por los campos, confundido con un vagabundo, derramando también sus palabras, como onzas de voz, por prados y por playas. Así se fue quedando solo con una docena de verbos, con un centenar de sustantivos, con un puñado de preposiciones para expresarlo todo.
El hombre llegó un día, tras recorrerlo todo, a la hondonada que era ya su único recuerdo. Allí se desprendió, también, de todos los afectos, los que trajo consigo y los que fue dando. Quedó tendido, próximo a una alberca, cubierto por las ramas de un árbol, levemente arropado por el viento.
Y suspiró
Reflexivo contema Zen sobre el desprendimiento. Felicidades mi félix!
De todo hay que desprenderse, mi Ofelia, menos de tu amor y tu cariño de siempre. Felicidades las que me das!