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Egon Schiele | n. 12.06.1890

Seurat es el punto, Van Gogh  la brocha arañada de locura. A partir de Juan Gris  (si no antes con Cézanne) y hasta Picasso, la arista, que es como la frontera entre las dimensiones de nuestro mundo y el que nada en la araña de nuestro sueño. Pero Schiele es el trazo. Ese que nombra a sus figuras pero no acaba de definirlas, ese que, en su caricatura, es la rienda  con la que el pintor  hace un caballo de su modelo y lo pasea, siempre dinámico, siempre listo para la fulguración o el ocaso ante nuestros ojos.

Detalle del Autorretrato con la cabeza agachada, 1912

 

Los seres de Schiele son también estrellas de su propio movimiento, rescoldos del cráter que los ojos, la luz cenicienta como un sudario, han dejado en el espacio pálido, calladamente rosáceo que los rodea. Puede haber una sorpresa en el gesto, en la mirada, tantas veces estrábica, en la boca que está pidiendo siempre silencio y una especie de piedad que también es como remordimiento por nuestro destino, pájaros que somos expulsados de algún paraíso por nuestra carnalidad –todas las figuras de Schiele son aves, y sus maneras de estar en el lienzo o en el papel son las de sus imposibles vuelos.

 

Las habitaciones de Van Gogh, 1888, y Schiele, 1911

 

Egon gusta de compararse con otros pintores que también expresaron lo suyo, exagerando aquello que ya era exagerado, laminando como con una cuchilla los bordes incisivos que definen cada objeto, cada figura. Pero la mayor exageración la encuentra cuando arrostra la vida, cuando parece darse cuenta, con la línea nunca resuelta del pincel o el grafito, que lo que nos define no es punto, no es arañazo, ni siquiera arista; más bien zanja colmada, fractura donde no somos y apenas hace nada hemos sido.

 

 

Nota trazada:
Por fortuna nos topamos con varias cibergalerías sobre Schiele:
https://www.wikiart.org/es/egon-schiele

 

Y no menos en Youtube:

 

Incluso fue objeto de una de las emisiones del programa televisivo La Sala:

 

El pintor, cuya temática atrae bastante morbo, cuenta con varias películas biográficas de televisión y cine (como la alemana de 1981 Exzess und Bestrafung o la muy reciente austriaca de 2016 Egon Schiele: Tod und Mädchen) pero la propia vida de Schiele palidece estos intentos biográficos. Se me ocurre, sin embargo, que el artista está pidiendo a gritos una película de animación que, al estilo de Marjane Satrapi , por ejemplo, o del genial clip de Los Sueños de Kurosawa  a propósito de Van Gogh, nos de buena cuenta de sus búsquedas expresivas.

 

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