Calendario fm|al 2018

Hieronymus Bosch, el Bosco, pintor | c. 1450 (del año y del mes poco sabemos)

Da la sensación al mirar y remirar los cuadros de Hieronymus Bosch que el pintor no hubiera fallecido hace ya tantos siglos, sino que simplemente, hombre de hoy, después de su particular visita al Medievo, se hubiera ocultado a nuestros ojos, como dice el gran Fernando Arrabal –de imaginación tan cercana a él– en los obituarios de su cuenta de twitter. Y desde esa ocultación suya, tapado de la turba y su truculencia, observase como al final de un agujero místico el estrepitoso asombro de cada cual en el momento en que contempla (da igual) El jardín de las delicias, Las tentaciones de San Antonio Abad o La extracción de la piedra de la locura.

La imaginación, la desbordante fantasía de su pintura es casi coetánea, diría que más bien cotidiana. Allá donde el hombre y la mujer de hoy alcanzan a ver un cuchillo entre las orejas, un patín que simula un fueraborda o una vejiga disfrazada de matraz, él ya los había pintado en los siglos XV y XVI. Achacarlo al sueño –el siempre salvador onirismo—o a la locura o alguno de sus afluentes suele ser una salida cómoda para evitar la incomodidad de hallarse ante la obra de un ser pensante de (digamos) dos mil diecinueve encascarillado en unas enagüillas de hace quinientos años. Otra vía habitual es la religión: que si el escarnio del pecado o su penitencia cursan mejor si se enmascaran con el horror de lo que se imagina, y el arrepentimiento es así mejor y más florido…

Lo cierto es que este extraño salto en la percepción del objeto artístico (desde lo medieval-objetivo hasta lo moderno-subjetivo), contra todo timelapse que hagamos de la historia de la pintura, es responsable de más de una inspiración desbocada (recordaba en una entrada muy visitada de este blog la semejanza con Moebius, bajo un pintoresco título) en mucho del arte que hoy bebemos como nuestro.  Con eso, y después del Bosco, fundar el surrealismo –lo siento, Breton— fue casi un juego de niños.

 

Nota-tríptico:
Debo al excepcional Blog de arena de Borgeano, la maravilla del hallazgo de este proyecto de amantes de la pintura que permite la navegación por El jardín de las delicias, y que me llevó a orillas de los poemitas que componen los  ‘66 versículos’  de Museo de bellas artes:

 

Paseo por El jardín de las delicias

 

Como la imaginería del Bosco es de anteayer, los disfraces siguen estando a la moda si salen de un tríptico suyo.  Alguien remeda aquí, sin que desentone, un pájaro-demonio de Las tentaciones:

 

Disfrazado en el metro de Nueva York de pájaro-demonio del Bosco, en Open Culture

 

Son múltiples las interpretaciones de El jardín de las delicias, pero me quedo con esta que debemos al archivo histórico de RTVE y a Rafael Alberti, de quien rastreo también mucha imaginería del Bosco en sus poemarios, por ejemplo en Sobre los ángeles (1929). Esta máscara lleva al enlace para visionar la pieza en youtube:

 

 

Y notita con disculpa:
Lamentando (sobre todo con quien sigue este Calendario) la demora en la publicación de entradas de esta sección (esta misma y una casi inmediata sobre Marjane Satrapi que llegará bajo el título Irán, una mujer, los días), que cerraremos este año con Paul Klee, dulce geometría. En los últimos días del mes se colgará también el nuevo Calendario 2019 –ya aviso que muy pictórico–.

 

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