contema ochenta y cuatro
Se busca a alguien que quiera amargarse por mí. No busco un sexo ni una edad, solo el compromiso de un tiempo, de unas horas –a cambio de una remuneración– para volcarle todo lo sucio y lo desagradable que me llena y que, mientras yo sacudo mi cabeza como después de una ducha, él o ella lo porten por el mundo, con la cabeza erguida, si puede ser.
A domicilio o en algún rincón. De una ciudad, de las afueras. En la vía muerta de una autopista o en una antigua, olvidada cabina de teléfonos. Yo llego con mi cargamento de porquería, realizo mi higiénico volcado y el otro o la otra se alejan, en la traza y los metros pactados, para esparcirlos por aquí y por allá, lo más limpiamente posible.
No deseo reconvenciones ni consejos. Solo que se acoja la exacta medida de mi basura vertida, el puré de mis inmundicias, para que trasieguen en otros continentes acaso menos respetuosos y considerados: al fin y al cabo yo quiero arrojar lo mío solo en una o uno, para que luego vague, trozo nocturno y melancólico, sin manchar a más nadie. Que luego continúe ese desbordamiento ya no me incumbe.
Absténganse excéntricos o altruistas.
Se ruega confidencialidad.
Muy contemporáneo.
Y tanto… 🙂 Un abrazo, Santiago.
Buscate un psicólogo o mismo un psiquiatra, analfabeto social.
Lector o lectora: quien articula lo que has leído –por reducido que sea– es un personaje, y poco tiene que ver con quien amablemente te responde con estas letras. Los contemas se clasifican en lo que viene denominándose ‘ficción’. Si lees algún otro más, te encontrarás personajes de todos los colores. Un saludo.