contema ciento once

Dice que los cuarenta años ya no los cumple. Que aficiones tiene muchas, pero que ambición solo una: dormir donde le dejen. Que a ello se dedica desde la primera luz del día, aunque si el día arrancase nublado también dormiría donde sea. No, no tiene narcolepsia –eso dice–, solo el gusto y la inclinación de dormir en el lugar menos pensado.

Me cuenta que lo intentó de joven en cabinas de teléfono –ya no quedan– y ahora en el vestibulillo de las máquinas expendedoras, en los guardaorines de las esquinas monumentales (ahí, detrás de las mínimas rejas) o en los probadores desvencijados. Los servicios, con su sinfonía de olores y sonidos, no le son gratos.

También prueba en casas ajenas, sobre camas extrañas, cuando la ocasión se le presenta. No hay que forzar nada. Una ventana que no se cierra bien, una puerta trasera que quedó abierta. Y al final, nada pasa: hay una comprobación del dueño o dueña acerca de sus pertenencias, un vistazo para ver si manchó o estropeó algo, un ensayo suyo de explicación –imagino que como esta pieza– y un café que hierve como remedio inútil sobre la conversación, mientras se va desarrollando la secuencia.

Cuando el mundo no lo comprende en absoluto, escoge la versión más simple: los cines. No tiene reparo en pagar una entrada y dormir desde el primer segundo de proyección. Alguien, con menos esparto en el alma, no le ha cobrado alguna de esas entradas.

Me dice que lo que menos le gusta es esto (hace omisión de los asientos de las estaciones o los aeropuertos, o de los bancos del parque, mero vagabundeo). Que lo que casi no soporta es entrar en una oficina, haciéndose pasar por un cliente o un interesado, y quebrar la paz de las teclas, de los murmullos, de las órdenes disfrazadas de favores que se piden como al aire. Que apenas sobrelleva el quedarse dormido encima de una silla, en frente de uno que quiere atenderle, o entrevistarle, o disculparse.

Y ahora quién se lo lleva de aquí, con ese peso suyo, con todo el tiempo por delante.

© félix molina, Contemas, cuarta serie

Recomiendo las aclaraciones de esta entrada. Los contemas, cuya última publicación continuada fue la cifra (contema número ochenta y nueve), siguen una vida de versoprosa subterránea, pero emergerán a este rincón oscuro cada cierto tiempo, siguiendo las olas del azar o del capricho, con el número de serie que les corresponda. Al final de esta nueva cuarta serie, aparecerán publicados en un libro de barro.

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