fm|al y Animaleda.art en el #SEFF2022

EO | Jerzy Skolimowski, 2022

Estrenamos este año nuestro Festival de Sevilla (diecinueve años rompiendo el cristal de la cerrazón, me gusta el cartel) con una mágica fusión de road movie y película animalista. Y si me apuráis hasta del cuento de hadas de Perrault que da título a la entrada. Las vicisitudes de un burro, con más de plomo —por lo que recibe— que acero plateresco y juanramoniano, son la soga conductora de una película preciosa, hay que decirlo así, de entrada, sin otras alforjas que la belleza de una fotografía de Michal Dymek con todas las gamas de color posible (son impagables el burrito en las catacumbas llenas de murciélagos y recortado contra unos saltos de agua) y una banda sonora de Pawel Mykietyn como hace tiempo que no escuchaba en un cine.

Jerzy Skolimowski (Deep end, 1970; Trabajos clandestinos, 1982) se une a los realizadores del Este (como el húngaro Kornél Mundruczó con su White God) en la bella y enojosa tarea de hacer películas con animalitos, y en esta ocasión también lo hace con muy buen cine, no solo dejando un mensaje necesario para una sociedad culta y sensible e imprescindible para los descerebrados que piensan que un animal está más cercano a la piedra que al ser humano.

EO, el burro, ya que no encuentra asidero humano en que agarrarse (aparte del rendido amor de su primera compañera humana en la película), sufre un kilometraje donde se ve envuelto en todas las formas posibles de explotación y maltrato animal, alguna de ellas bajo la forma de la beneficencia: circo, acarreo, centros veterinarios municipales, granjas escuelas… e incluso figurar como inopinada mascota de un equipo de fútbol.

Al burro solo le hace sombra en la interpretación el animal escénico que es una Isabelle Huppert inquietante y magistral en su brevísimo y ambiguo papel. El resto de humanos no es más que un funcional decorado para el trasiego de EO: es destacable que el único maltrato cruel que aparece expresamente (con imágenes) en todo el metraje es el corte de un gaznate humano.

Pero lo que te deja helado es un final donde el animal —no diré más, porque la película se avecina comercial— es el que nos arroja a la cara el recuerdo de lo que fue un destino humano odioso, pero que no debemos olvidar. Curioso que sea un asno quien nos haga empatizar con la especie humana en esos últimos fotogramas. En uno de ellos, es la mirada del burro la que llena toda la sala. Y ya es nuestra propia mirada.

Nota-coz:

Aquí se visualiza un avance de la película:

Animaleda.art con el Festival de Sevilla 2022

Durante esta edición del Festival, destacaremos las películas con contenido animalista, gracias al patrocinio de Animaleda.art, un proyecto hecho realidad de artesanía creativa, artística, en torno a la escultura en fieltro de lana. EO ha inspirado esta réplica del burrito en el taller de Ofelia.

Aquí tenéis más información:

https://instagram.com/animaleda.art?igshid=YmMyMTA2M2Y=

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