Calendario fm|al 2019
Henryk Górecki | 6 de diciembre de 1933
Parecería que los minimalistas apenas tienen el corazón, el alma o el sentido (táchese lo que no proceda) para reflejar en sus obras algo tan genuino, tan primitivo, tan original como el dolor. Lo que se atribuye a su expresión es un aleteo intranscendente, que vaga entre la irrealidad y el sueño. Ese piano que muda de piel, desde la alegría a lo melancólico, en Wim Mertens, Michael Nyman, Ludovico Einaudi… y que a base de no desear nada parece no ser de este mundo.
Sin embargo, uno de los precursores de todo el movimiento, Henryk Górecki, arrastra cierta comunión con lo doloroso desde su primer serialismo, que tiñe toda la primera de sus Sinfonías y muchas de sus primeras canciones sacras (aprovecho este parentésis –como hacen todos—para decir que Górecki era católico). Y lo que era un gesto se transforma en pura sustancia en la Tercera de las Sinfonías, que se bautiza siempre como “Sorrowful Songs”, o de las “Tonadas Dolorosas”, más bien una ópera minimalista en tres actos, con uno primero con cierto carácter primitivo y orientalizante, uno segundo con referencia explícita al Holocausto y uno tercero que ya parece estancarse en el folclore acaso como resolución amable de la pieza. El primero es uno de los más bellos movimientos lentos de toda la producción sinfónica contemporánea (aquí en, probablemente, la primera de sus interpretaciones, con el compositor presente. La Sinfonía la terminó el 30 de diciembre de 1976).
Mi advertencia con esta música es que presenta dos características que la hacen inhóspita en estos días –bueno: a la mejor en estos pocos días del calendario sí, pero no más–: mueve a la tranquilidad de ánimo y a la reflexión. Si ese es vuestro estado en este momento último del año, paso a felicitaros el próximo y os deseo casi una hora seguramente feliz en compañía de Górecki.