Un libro | otro sueño

Corrían los primeros ochenta y en la maleta que llevaba al colegio, junto al bocadillo, junto a los utensilios de alguno de esos juegos que hoy recordamos como bárbaros (un trompo, una lima, algunas canicas) estaba un librillo de tapa blanda, de cubierta con diseño vagamente mondrianesco y tonos amarillos y naranjas, editado por Salvat. Narraciones extraordinarias era su título. Y su autor era Edgar Allan Poe, alguien a quien ya conocía sin haber leído una palabra suya gracias al director del Un, dos, tres. Dejo ahí al niño todavía, sacando como a escondidas el libro, entre el árbol de ramas poderosas y la cancha del patio.

Pasaron los años y el niño es ahora un muchacho que lee en la noche sin fin. Regresó de una fiesta, o acaso nunca llegó a presentarse en ella, porque le daba vergüenza, pereza… o esa indefinible y adolescente mescolanza de todo. Pero en la página tibia de las horas donde todos callan mientras los libros hablan hay otro tipo barbudo que no es Chicho (está ahí en la solapa, aunque solo es el traductor), un tal Cortázar, que le susurra en el oído la historia de dos hermanos medio enfermos del mundo, Roderick y Madeline, que agonizan en una casa inmensa, entre la vegetación y el espanto. Dejemos también al muchacho ahí, mecido por ese inglés norteamericano vuelto en la plata española, argentina, de un tal Julio, hundiéndose en la madrugada donde el lago lúgubre del cuento se confunde con el agua turbia de los sueños.
Una tarde, el hombre aquel que fue un muchacho, y también un niño, se hallaba delante del ordenador (la computadora latinoamericana) cuando, al otro lado de las teclas y de la pantalla, se encontró con un señor que se llama Juan Re Crivello. Lo conocía de este precioso blog, Barcelona, donde nada le es ajeno (os lo aseguro). Lo conocía de una editorial con nombre de penicilina (Fleming) que verdaderamente lo era para quienes querían conducirse como escritores sin cruzar demasiados pasillos…
Lo conocía también de un empeño único en toda la literatura que circula por internet: Masticadores. Se trata nada menos que de unir a varias decenas de escritores y escritoras de más de siete países. ¿Escritores, unir? ¿Desde cuándo eso es posible sin que medie una tertulia o ese cajoncito de mármol de las generaciones que hacen y deshacen los críticos literarios? ¿Y cada uno es de su padre y de su madre? ¿Y cada cual escribe lo que quiere y de lo que quiere?
La respuesta a todo es sí. Y la respuesta a Juan cuando me sugirió algún tema para empezar a escribir en Masticadores fue Poe, que para mí era y es la literatura (yo siempre la he escrito así, con minúsculas): la del niño del libro en la maleta escolar y las horas robadas a un recreo, la del muchacho con el tomo vuelto contra la mesilla de noche y la fiesta silenciosa de las palabras antes de caer dormido. La de Julio Cortázar y la de Juan Re Crivello. La de Narciso Ibáñez Serrador.

Vuelvo al hombre de ahora, al que tiene ya más horas de mascarillas que de vuelo, al que con el ánimo encogido de un dos mil veinte engarzó para Masticadores, durante cuarenta y siete semanas, un folletín donde se habla de Poe, de mi querido Poe, pero también de libertad, de embarcarse, de decir con las palabras de siempre palabras verdaderas.
Ese, ese mismo es el hombre que se vuelve a volcar sobre las teclas que resuenan como pasitos en una sombra del atardecer de este abril todavía contagioso –y no solo de primavera–, en este Día del Libro en el que un hombre dentro de un muchacho y un muchacho dentro de un niño os pide, hombres y mujeres dentro de otros muchachos y muchachas, e incluso dentro de otros niños y niñas, que me ayudéis, junto a los amigos de Verkami — Crowdfunding Creativo (diez años ya de sueños que no pisan moqueta), a hacer de papel y de vida este libro que quiero que nazca. Porque Poe no, nunca ha muerto. Y porque la aventura sigue siendo vivir.

Nota trascendental :-):
Aquí encontrareis todo lo necesario para convertiros –o convertir a otras y otros– en mecenas de Poe no ha muerto:
Y este es un video introductorio para todos lo que os pasáis por este rincón oscuro… pero siempre agradecido.
Podéis, como siempre, dejarme por aquí abajo (tras los anuncios del amigo Matt) cualquier pregunta sobre el libro. No tengo secretos para vosotros.