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Paul Klee, pintor | n. 18 de diciembre de 1879
para Ofelia, línea, punto y color de mi vida
Muchas veces lo tentativo en el arte es también el camino de lo exitoso. No importa tanto el buscar como el encontrar. Así le sucedió a Picasso, del cual los críticos y la historia de la pintura nos dejan un repertorio de etapas (azul, rosa, cubista) al gusto del analista y, eso sí, siempre a posteriori de cada consecución del periodo. Pero antes de Las señoritas de Avignon (1907) solo podemos hallarnos frente a La familia de Arlequín o La familia del acróbata (1905), por mucho que se cobijase el cubo o se incubase la línea perfilera en cualquier rendija de estos cuadros. Decir lo contrario sería atribuir al hallazgo la categoría de rutina.
Eso justamente sucede con Klee, pero elevado –nunca mejor dicho– al cubo: cada cuadro suyo es una etapa que el pintor se encarga delicadamente de agotar con el combustible del color, elemento que él mismo rehuía en alguna de sus épocas y que, a la postre, acabaría siendo su herramienta expresiva más eficaz.
Partiendo de Kandinsky y el grupo expresionista Blaue Reiter (al que pertenecía nuestra recordada Gabriele Münter ), Klee desemboca en Die Blaue Vier y en la experiencia de la Bauhaus, donde ejerce como verdadero maestro no solo de pintores, sino de arquitectos y escultores. Él que también se declaraba deudor de otras artes, como la música.
Hay una historia en cada pintura de Klee. Comunicar tras la tramoya del geómetra una emoción o un sentimiento parece tarea difícil pero este pintor afianzó con los años su maestría y hay cuadros suyos que expresan más que un paisaje o un retrato; o, más bien, son otra forma de paisaje o de retrato, a base de acumular estructuras geométricas, esas que subyacen bajo las formas de la vida –por mucho que su arte sea un constante desentenderse de lo real– y cristalizan en la anécdota de un globo, de un árbol, tal vez de unas pirámides.
Nota geométrica:
No soy totalmente amigo de cada cual que se pone delante de una cámara y sube el resultado a Youtube, pero me parece clara y convincente esta exposición sobre las ideas artísticas de Klee en Canal Encuentro:
De la poderosa influencia de Klee habla elocuentemente este clip sobre una reciente exposición (se clausuró el pasado mes de mayo) que busca su rastro en diez artistas norteamericanos del siglo XX, Pollock o Motherwell entre ellos:
Sirva como paseo por la obra de Klee este vídeo que abarca casi tres centenares de realizaciones suyas:
Este intento deslavazado de soneto que sigue vine a incluirlo en Museo de bellas artes y quiere remedar (pero seguro que no lo consigue) las referencias habituales de la obra pictórica de Klee:
Paul Klee: así la geometría se hizo vástaga
del alma, accesoria del ojo y con
destreza sucesora en colores de
los días, larga noche entrevista desde
el arco, cápsula para la flecha
donde anotar el nombre de las cosas
y después olvidarlo, con el frío
de ser, de encaminarse círculo.
Línea sin más y línea menos para
que yazga el pájaro y la cáscara,
para que se alboroten las almenas
y el fin sea una excusa del principio,
la red del continente, la panza del
vacío, la cebada raíz del infinito.