Calendario fm|al 2023 (2 de 12)

Luis Buñuel (1900-1983) | su cine y sus libertades

Andaba yo casi a gatas cuando, dentro de la pantalla de la televisión, unos borreguitos dilataban sus sombras. Era eso y el tintineo de los cencerros o las campanas. Mi primera impresión (lo primero que se me quedó grabado) de Buñuel.

Andando el tiempo, vi otra vez (o la primera) la película, con media titulación ya encima, y no puedo decir que mi experiencia fuera menos inquietante. Lo que los borregos añadieron a mi escasa experiencia audiovisual no lo restaron a mis resabiados ojos de estudiante. Surgían, sí, a cada momento, temas eternos: el libre albedrío, el sueño, las élites… Pero los que jamás dejaron de sonar (como la vaquilla nunca deja de mugir en la urna griega de John Keats) fueron los borregos.

Después de la inquietante interrogación que supuso El ángel exterminador para el cinéfilo que ya iba siendo, no podía hacer otra cosa que ver todo lo que Buñuel había rodado. Tuve problemas con el abastecimiento de los videoclubs (las antiguas plataformas, diré para los nuevos cinéfilos), pero también fuertes piernas y una bicicleta para cubrir las distancias entre uno y otro: cayó el primer Buñuel, el gamberro, con Un perro andaluz y La edad de oro. Cayó el devastador documental (¿?) Las Hurdes, tierra sin pan, con sus primeros planos de la miseria y las moscas, una película maestra que el cine español le debe al premio de la lotería donado por el anarquista Ramón Acín. Cayó todo el ciclo de México, y la traca final de Simón del desierto, mediometraje forzado (sí, antes faltaba el dinero en el cine, y sobre todo a Buñuel), con uno de los mejores desenlaces que se hayan podido filmar (ojo al provocativo spoiler de uno de sus carteles).

Siguieron Tristana y Viridiana, extraños islotes españoles, la última de ellas con las mesas más escandalosas del cine español.

Después, toda la etapa francesa, con El fantasma de la libertad guiando al resto (es, de hecho, la película que me pongo siempre que pierdo pie en este mundo), y un Buñuel que se hizo fusilar vestido de fraile en las primeras escenas.

Me estoy llevando de Buñuel el conocimiento de que siempre hizo (a pesar de la precariedad, de las censuras, de los desmanes de una época) lo que quiso, de que su genio creativo tiró por la calle de en medio como y cuando se le antojó (como aquellos burgueses suyos que se plantaban en medio de la carretera), aparte de que me dejó una bellísima y surrealista pregunta en forma de balidos y lana que aún sigo intentando responder desde esta celda o rincón oscuro.

Nota del rincón oscuro: tengo desatendido, por razones varias y casi todas literarias, el Calendario 2023, con lo que a esta entrada seguirán casi consecutivamente las de Dámaso Alonso, María Zambrano y Rosalía de Castro, en mi intento por ponerme al día (o al mes, más bien).

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