De Marc J. Mellado | a Arancha

La quinta del ciclo es esta poética y transparente carta del poeta Marc J. Mellado, el autor de la muy recomendable Reivindicación del otoño, que también pasearé por el blog en cuanto se pueda.

querida Arancha,

aquí estoy, siguiendo las recomendaciones de Guillem, cuya carta, además de inspirarme una gran simpatía y mucha sensación de afinidad (dadas esas digresiones filosófico-gastronómicas y geográfico-sociales que me parecieron acertadísimas), me instaba de nuevo a hacerle caso a aquellas míticas cadenas de correos electrónicos mal redactados de los primeros años 2000 que ya había olvidado y en las que los peores males se reproducirían en tu vida si no las seguías. debo decir que guardo muy buenos recuerdos de aquella época, mi adolescencia: de casa en casa, de alquiler en alquiler, de calle en calle, de ciudad en ciudad, de la mano de mi madre y de mi hermano pequeño, buscando ese lugar en el que empezar quizá a ser un poco más felices, chateando toda la madrugada con ese chico o esa chica que me gustaba, luciendo el “9” en mi equipo de fútbol, empezando a leer mis primeros versos y a almacenar mis primeros libros, pensando demasiado en qué me depararía la vida cuando fuese adulto. y puedo decir que, como nos ocurre a la mayoría, no se parece en nada a lo que empecé intuyendo; pero seguro que es mejor de lo que entonces creía.

también debo reconocer que te escribo un poco a modo de reivindicación, y ahora lo entenderás, ya que he empezado hablando de mi adolescencia. no es que tenga nada en contra de mis compañeros hombres, y menos los de este grupo que hemos creado, tan resultón, pero yo siempre me he sentido mejor, más tranquilo, en compañía de mujeres, alejado de esa clásica competitividad de la que he huido durante toda mi vida. las figuras masculinas a lo largo de mi existencia no han sido buenos ejemplos y las femeninas lo han sido prácticamente todo para mí. así que supongo que busco esa tranquilidad hasta cuando estoy escribiendo. soy alguien nervioso, impulsivo, intranquilo y obsesivo, y mis días se basan en encontrar esa calma y ese equilibrio del que no dispongo entre mis facultades, haciendo de todo este lío una gran paradoja vital, como diría mi queridísimo Pedro Almodóvar. mis amigos de entonces, estandartes de esa rancia heteronormatividad en la que me crie, se reían porque me relacionaba con chicas solamente por el mero afán de conocerlas y compartir mis momentos y mis inquietudes con ellas, sin ninguna pretensión más allá de dispendiar mi tiempo y sentirme identificado y comprendido; eso era demasiado, quizá, para ellos, que aspiraban a mucho más -o a mucho menos-. hasta que, precisamente, un mes de octubre de hace muchos años me cansé y les conté lo que pensaba y cómo me sentía: tan diferente. y entonces supe que ya nada ni nadie podía pararme y que no podía, ni quería, dejar de ser como era.

el mes de octubre suele ser de mis favoritos. y eso que no está entre los meses de verano, que, a esos, considero, no hay quien les tosa. los meses del año los divido en dos clases: en los que pasan cosas y en los que no pasan cosas. tenemos los ejemplos de noviembre, posiblemente el mes que me causa mayor indiferencia; o febrero, que lo único que tiene es un poema muy bonito de García Montero. y luego están abril, mayo, agosto, octubre, diciembre, meses llenos de muchas cosas, de velocidad. durante el mes de octubre cumplen años mi madre y mi pareja. un mes de octubre la iglesia destruyó la poca credibilidad que le quedaba y Lenin se puso bastante farruco. un mes de octubre nacieron Maradona y Pelé, el pequeño de los Phoenix, Julie Andrews y una de mis poetas favoritas: Ángelo Néstore. hasta Carmen Sevilla nació en octubre. en octubre está el día mundial contra la pena de muerte y el día mundial de la donación de órganos. el pasado mes de octubre supe que dejaba la ciudad de mi vida y que cambiaba de hogar, de provincia, de trabajo, de aires, de vida. y este mes de octubre no iba a ser menos para mí, que vivo la vida como dijo Baudelaire y siguió Francisco Umbral, habiendo de ser siempre “sublime sin interrupción”: en los últimos días he publicado mi segundo libro de poemas y he perdido a una de las personas más importantes e influyentes de mi vida.

desde la ansiada aunque falsa paz que te deja el poso del luto, el descanso después de una dura semana de trabajo y tratando de asimilar las emociones de esta montaña rusa de mes te estoy escribiendo ahora, cerveza y cigarro en mano, con mis perras roncando a mi lado espatarradas en su cama mientras trato de conseguir algo de hambre para la cena. suena Diego «El Cigala» en el Teatro Rex de Buenos Aires, uno de mis discos en vivo predilectos. sigue haciendo algo de calor para mi fortuna por el sur de las tierras catalanas, demasiado lejos de mi Barcelona, y me pregunto, como no podría ser de otra manera, si encontrarás algo con lo que identificarte entre estas letras. creo, y quiero creer, que para mí la escritura tiene esa máxima como finalidad. pero tampoco me hagas mucho caso: no escribo al uso, sé que no siento la literatura como los demás la sienten, aunque quizás quisiera hacerlo de otra manera sabiendo que tampoco puedo. no sé si me explico. no sé si alguna vez he sabido explicarme.

sin más, espero que tu mes de octubre también haya sido sublime. como una vez me dijo alguien: “sin duda, es para arder que vivimos”.

un fuerte abrazo,

Marc J. Mellado

p.d.: lo de las mayúsculas sigue siendo innegociable para mí.

Nota de fm|al

Marc es también autor de este precioso blog:

https://quemequedadelverano.wordpress.com

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