Juan Eduardo Zúñiga | Celebración de sus primeros 101 años
He atrasado más de la cuenta la reseña de una de mis debilidades (vaya expresión tonta: mejor de mis fortalezas) y ahora la muerte física ocurrida durante sus primeros 101 años de vida (su ocultamiento, que dice el maestro Arrabal) me hace recordar la deuda que tenía con uno de los prosistas más diáfanos de la literatura española: Juan Eduardo Zúñiga.
Había navegado con él por libros de relatos como la Trilogía de la guerra civil o los Misterios de las noches y los días y, de repente, llegó el deslumbramiento: Flores de plomo. Aún no he podido descifrar qué género corresponde a esta escritura. Lo habitual suele ser colocarla como novela histórica, pero es tantísimos acontecimientos literarios a la vez… Conjunto de relatos, túmulo de ensoñaciones y de pesadillas, de decantaciones de ese horizonte de sucesos que se aglutinan en torno al suicidio de Mariano José de Larra, un 13 de febrero de 1837.
En estas páginas aprendemos la dificultad con la que solas se mueven las mujeres en una noche de carnaval de proporciones goyescas. Sabemos de los devaneos y los deseos insanos de un pollo que escribe coetáneamente al mágico articulista. De la sangre roja que hierve en el corazón republicano de un zapatero. De los propios padres de Larra. De Felipe Trigo, el novelista de Jarrapellejos, extrañamente envuelto en todo este ciclón.
Pero donde a uno le agarra por las entrañas y por la inteligencia este tomo de cuentos encadenados (¿a la locura, a la sinrazón, a la envidia nuestras?) es en ‘Manchados honor y nieve’, apenas ocho páginas de prosa clara como un río antiguo que explican cientos de años de la historia de España. Al rarete y al antropólogo –si quiere vivir unos minutos en el seno mismo de un duelo– este relato desazonante le hará mucho bien.
Hoy me entristezco porque esa mano ya no puede emplearse en la magia de contar, pero celebro un futuro de muchas lecturas, de vida brotando para otras vidas en las palabras de Juan Eduardo Zúñiga.
Flores de plomo es altamente recomendable para quien quiera conocer la literatura en lengua –y en prosa, diría yo—española. Está muy bien publicada, como muchísimos otros títulos de Zúñiga, en Alfaguara y en Galaxia Gutenberg.
La bella caricatura que ilustra esta entrada es de Fernando Vicente, para el centenario del autor. El retrato de Larra es el que está en el Museo del Romanticismo de Madrid. El Duelo a garrotazos es de Goya –y un poco de todos nosotros ya…–.