El verdugo | El Espejo Negro

Y tiro porque me toca. Así más o menos decía el lema del popular juego y así hemos dicho Ofelia y yo tras presenciar en la Feria Internacional del Títere de Sevilla la magistral adaptación a teatro de títeres de la película del inmenso Berlanga, estrenada ya hace más de sesenta años. El Espejo Negro es la compañía malagueña que ha hecho el milagro de que una genialidad se transmute en otra, con el único vaso comunicante de la pasión creativa. Pasión, denuncia y sátira oscura e inteligente había en la creación del director de cine y los mismos elementos, con el valor añadido de los propios de su arte, hay en esta versión, que es fiel a la tintura negra del original y suma nuevas reflexiones, en ese diálogo que no tiene más remedio que ser toda buena obra de arte.

Ángel Calvente y un cuadro de actores que siguen los pasos (y las manos, en este caso) de Nino Manfredi, Emma Penella o Pepe Isbert (José Luis, Carmen y Amadeo) entregan al público adulto (pero siempre niño) de la Feria del Títere un prodigio de actuación, donde la presencia de los actores-manipuladores junto a sus muñecos incrementa esa sensación de dirigismo (por parte de los de siempre: el estado o la patria, la familia, un dios apropiado…) que cualquier película de la época nos transmitía. Más allá de eso: los intérpretes de la obra de títeres, a diferencia de los manipuladores habituales, sí sufren o padecen con sus manipulados, y lo podemos ver en unos rostros que no lo ocultan durante toda la representación. Es algo que convierte en muy especiales a las interpretaciones de esta compañía.

Las divergencias argumentales respecto del guion original berlanguiano y azconiano son mínimas (salvo una genialidad final que no desvelo, por si alguien tiene la suerte de contemplar su magia en próximas puestas en escena, pero que hubiera encantado a Berlanga y a Azcona). Están en esta versión el piso de soltera de Carmen (aquí una Carmen muy asevillanada) y su justiciero padre o el esqueleto del pisito proyectado, con vistas a un horizonte incierto. También las cuevas del Drach o la temida prisión donde aguarda la víctima, quiero decir, el condenado que no tenía que llegar.

La maravilla se acrecienta con los detalles técnicos: iluminación, cambios de escena con dinamismo de ballet, música que resalta la negrura, pero también que ilustra la época… Todo está al servicio del disfrute y de una reflexión común a Berlanga y a Calvente y su compañía: la muerte administrada no es justicia; es la forma más fría y más injusta de la muerte.

Nota con hilos:

A la hora de publicar esta entrada aún quedan maravillas que presenciar en la Feria del Títere, que cumple ya 44 años de aciertos. Os pongo por aquí la programación:

https://icas.sevilla.org/festivales/feria-internacional-del-titere-de-sevilla

Para quien quiera saber más del El Espejo Negro, pongo por aquí su web y una promoción que os dará mucha idea del ambiente y la intención de la obra.

Promocional de El verdugo, El Espejo Negro