Una tercera serie | 30 nuevas ramas

Comenzaron como la sombra de una máquina de mecanografiar colgada (por otra mano, no la mía) en un tronco. Perduraron como la señal olvidada entre frutales, la sorpresa y el pálpito del mundo. Continuarán como todo lo que encierra la llaga de un árbol: aquí encontramos el territorio de la perplejidad por lo infinito, sea el sueño (consumeros de sueños, presencia) o la basura (la eternidad en un minuto). Por lo nuevo, aunque siempre sea antiguo (faustus, la expendedora; la tarificación del aire). Por lo horrible o lo ambiguo (en la noche, ambigüedades), lo apenas confesado pero ya expreso (salto) o lo sutil por evidente (sherezade, mientras calla).

Treinta inquietudes vuelven a agitarse como ramas, pendientes del mismo centro de asombro, de la misma incertidumbre. Una procesión, se supone que humana, que en apariencia no tiene fin. El pavor de una pareja en una finca de recreo nocturnamente revisitada. Alguien que teme disolverse y se recita insistentemente instrucciones para seguir siendo el mismo.

El verdadero norte de los contemas es su perpetuo deambular. Uno los transita conduciéndose por varios hilos: blancos, verdes, azules, multicolores… (como dice de ellos amablemente Eliacer Cansino), pero finalmente su sentido es su misma desazón, mover a esa sonrisa que apenas es una lágrima como un tempanito de hielo.

Andarse entre las ramas nunca tuvo más razón de ser que en estos cuentecillos cuyo manantial quiere surgir –pero no acaba– del poema. Desde el próximo 21 de mayo los tenéis aquí, para quedarse por varios meses, con su numeración consecutiva desde el último publicado en fm|al, algo menos.

Foto: agradecimientos a Librería Quilombo
Nota (pero nota): a partir de ese mismo día, los contemas anteriores, para los que no puedan acceder a su distribución impresa o a su compra en internet, quedarán disponibles en Baúl del aire.