Una exposición | Cien mil detalles

Hacía mucho tiempo, casi el que tiene la medida de la sorpresa y la infancia, que no me detenía con tanto detalle en una exposición como esta Imago Mundi (subtítulo elocuente: Libros para tiempos de barbarie y civilización) que se ha sacado de la manga del tiempo y de la historia mi querido CICUS en Sevilla.

Quienes leáis esta entrada en el día en que la publico todavía contaréis con una prórroga (hasta el fin de semana, me decían desde el CICUS) para aprovechar el paseo a Sevilla con la visita a una exposición que trenza, con sensibilidad y desparpajo, el tiempo del mundo y de los libros. El recorrido, como en el cuento de Borges, admite varios senderos, y todos son bifurcaciones de una idea central luminosa: que el libro ha sido espejo del mundo y, al revés, que el mundo nos ha dejado, entre sus llagas sinuosas y sus sarmientos, el fruto segmentado del libro.

Confieso que es de las pocas exposiciones que me han exigido un doble recorrido –como mínimo– para disfrutar con plenitud de sus detalles, deshaciendo la trenza que los organizadores se habían esforzado en tejer para peinarla a nuestro gusto (me acompañaba Ofelia, mi luz sobre todo, en la visita). Por un lado nos adentramos en todo cuanto alberga el ala a la que da vuelo el mundo (y el libro) de Pierre d’Ailly, una de las primeras representaciones que intenta hacerse el mortal de lo que pueda ser el mundo (y que tiene su mérito, porque la suya es una fotografía sin zoom y sin flash, de 1410). Por esa parte, pudimos disfrutar de distintas maravillas de la pintura antigua (muy valiosas: son las que exigen cierta seguridad para la entrada al recinto), las teogonías de La Biblia, el Corán o el Talmud, la vuelta de tuerca etimológica de San Isidoro, los trampantojos que la razón se inventa cuando representa al libro o todas las Torres de Babel que en el mundo han sido (y han sido pintadas, por supuesto).

Pero sucede que el mundo (y el libro con él) tiene más años que varios bosques juntos, y es en ese transcurrir donde encontramos el lado más inquietante y emotivo de la exposición. Inquietante porque nos zarandea a partir de una reflexión sobre la inmensidad del saber libresco, desde un primer diorama borgiano que simula, en un mínimo rincón de la sala expositiva, el Aleph y su vértigo.

Arriba: diorama de Nicolas Grospierre, ‘The Never-Ending Corridor of Books. National library of Georgia. 2020; abajo, detalle del vistazo al interior que puede echar el visitante, como si estuviera ante un Aleph.

Emotivo porque evoca también al libro como símbolo de destrucción. Cuántos libros han ardido, entre los hombres y las mujeres de una batalla (cuántos, desgraciadamente, seguirán ardiendo…). La foto de la ruina impresionante de la biblioteca de Sarajevo o la vitrina central de la exposición con los ejemplares quemados de Fahrenheit 451 son –junto con el retazo casi costumbrista de Jiménez Aranda de la pira quijotesca de libros expurgados– el testimonio de que el libro no es más que nuestro fuego de siempre. La tea que no deja de arder.

Y los detalles florecen cuando nos aproximamos al final de la muestra, con los collages expositivos de Marcel Duchamp o Francis Bacon, llenos de exquisiteces documentales y hallazgos fotográficos. Maletas de retales que sazonan ensaladas inéditas del alma del artista y sus representaciones, desvanes puntuales de quienes no acaban nunca de leer el libro de la vida con sus obras.

Es en ese punto donde todo lo corona un verso de esos limpios y azules de Pablo García Baena:

Quizá como crespón de belleza o de esperanza. O quizá para invitarnos, como a Ofelia y a mí, a un nuevo recorrido…

Aquí tendréis un detalle más técnico de la exposición, próxima a finalizar sus días… si otra prórroga no lo impide.

EXPOSICIÓN · IMAGO MUNDI – CICUS · Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla

Durante la exposición, y bajo su influjo, se han celebrado multitud de charlas, conferencias, incluso representaciones teatrales. Por lo que me toca siempre todo lo de Marchamalo y su mundo, del que me declaro seguidor por encima de likes y otras historias, coloco aquí el amable enlace que sirvió el CICUS para seguir esta charla.