Bong Joon-ho | Parásitos, 2019
Antes de que Hollywood se cebe esta madrugada con una muestra más del genio cinematográfico y lo que aquí traducimos por Parásitos (qué hermosa música la del título coreano: Gisaengchung) sea carne perfectamente porcionada, envasada y distribuida, me permito esta loa entusiasta, a lo mejor excesiva, seguro que emocionada.
Confieso que Ofelia y yo fuimos a ver esta película como una muestra más del siempre rebañable cine asiático: esa bella historia que iniciamos quizá con cualquier título de Akira (Madadayo, por ejemplo) y luego continuamos con tantísimo: Deseando amar, La bicicleta de Pekín, Dark Water, Primavera, verano, otoño, invierno y… primavera, Hierro 3, Un asunto de familia… Seguro que me olvido de alguna, como nos olvidamos de tantos sueños felices y vamos a buscarlos una y otra noche debajo de la almohada.
Pero finalizamos el visionado de esta fantasía del intelecto –más que de los efectos especiales o su prestidigitación mal entendida– y todavía es la hora en que nos preguntamos qué estuvimos viendo (¿una comedia negra, un drama social, un alucinante thriller, una paradoja del tiempo y del deseo?). Sin que cada pregunta quite una propiedad, un pálpito, una rendija de la vitamina para las ideas y los sentidos que se sirve con estas dos horas y cuarto cortas (¡muy cortas!) del cine en estado puro que me ha dictado el título breve de estas palabras.
Es cine lo que no pueden sustituir, ni siquiera intuir, cualquier otro de los intentos de apresamiento estético que por aquí suelen desfilar: la literatura, la música, el cómic, el arte. Es cine que una familia pase la noche bajo una mesa baja de salón, en la vigilia de otra familia. Es cine una tormenta, y luego otra, sobre la primera. Es cine que yo me calle y vosotros vayáis a disfrutar de esta maravilla en cualquier sala, en ese estado puro del que hablaba, antes de que os la sirvan hasta en la sopa, convenientemente serigrafiada, debidamente surtida. Seriada.
El cine que viene de Oriente (conviene ir pensando que no solo llegan virus de allá) es ese pedrusco que nos llega de oídas casi como un plato de comida rápida (ya en sus pantallas la japonesa, la coreana, la china…) y luego cuando lo sacamos de las aguas traslúcidas de la memoria cinéfila es una maravilla de jade o lapislázuli.
Hitchcock, Kubrick, Kurosawa, Fellini (cuatro de los muchos que se me ocurren) fueron nominados –alguno varias veces— sin recibir el premio de la estatuilla hortera que no he querido nombrar en lo que se extiende esta entrada. Si a eso de las cuatro aeme de acá por Europa ya le han caído unas cuantas a esta pieza dorada exclusivamente por la inteligencia, el ingenio y la cinematografía, entonces ya podremos decir, sin angosturas, que los famosos premios de la no menos famosa Academia –o lo que sea–han recibido unos cuantos Parásitos.
Hace mucho que no veo una película, japonesa, o mejor genérico, de oriente asiático, (será porque no sé dónde están, o no llegan por acá) de la época de Kurosawa, con la sutileza la energía y el clasicismo de Los 7 Samurais, Barba Roja, o la sutileza de La Mujer de Arena. Seguramente, por los comentarios de Felix Molina, esta será una nueva joya de la cinematografía.
Te invito a verla. Sería una joya si las joyas tuvieran el valor de toda la inteligencia puesta en este metraje. 🙂 Enormes por cierto ‘La mujer de arena’ y todos los títulos que mencionas. ‘La mujer de arena’ provocó por cierto una de las primeras entradas del blog, allá por 2013, te la enlazo aquí por si te interesa: https://felixmolinapublica.wordpress.com/2013/09/16/franz-kafka-habla-japones/
Muchas gracias por la lectura y el comentario, un abrazo.
Excelente síntesis. No hay mucho más que agregar a lo que has dicho porque la película habla por sí misma (me pasó hace tiempo, cuando escribía en carpetas de espiral un comentario sobre cada libro que leía. Con el tiempo me di cuenta de que cuando más me gustaba el libro, menos podía hablar de él (alguna nota decía «Sólo léelo») mientras que, cuando el libro me había menos, más podía hablar de él. Esa sensación tuve al leer tu entrada. Sólo dices «¡Vayan a verla!). Este año mi Lourdes y yo habíamos visto cuatro de las siete u ocho películas nominadas, y ambos salimos del cine con la misma sensación que tú: ¿Qué acabamos de ver? No importa, sea lo que haya sido, fue una maravilla.
Después, lo de los premios, es secundario, pero me alegró que parásitos haya hecho historia al haber ganado en las dos categorías principales.
Un fuerte abrazo y esperemos que el cine (de cualquier latitud) nos siga regalando maravillas como ésta.
Muchas gracias a ti, como siempre, por tus comentarios y todo lo interesante y juicioso que aportas con ellos. Muy secundario el premio, en efecto, cuando el premio es la propia película para quienes la han realizado.
Aprovecho el comentario para desearte que estés bien con los tuyos en estos días difíciles. Te recuerdo en la lectura de Ballard (tú me la sugeriste), que acompaña la grisura de estas horas dominadas por el espectro de un virus. Un fuerte abrazo.
¡Hola! Que increíble el contenido que nos compartes, si te gusta leer igual que a mi, te invito a que pases a ver mi ultima reseña. 📖 📚❤️
https://yessicaro.wordpress.com/2020/02/23/resena-del-libro-ansiedad-augusto-cury/
Muchas gracias por el comentario. Por allá nos pasaremos. ¡Un abrazo!
[…] Cine — félix molina […]
Muchas gracias, Gonzo, por el reblogueo, un abrazo.
[…] La película, como sucedió con Verano 1993, también opta a la famosa estatuilla kitsch por su país. Permitidme que dude, a pesar de su excelencia, de que sea premiada, aunque ya me equivoqué en eso con Parásitos… […]