marzo | Lucia Berlin, sus relatos

La primera vez que leí a Lucia Berlin (no hará más de los diez años que tiene el blog fm|al) se convirtió en una heroína para mí, lector frecuente de literatura norteamericana que había llegado al relato de ahora mismo por Carver, y antes por Chéjov, claro. El momento es de sorpresa, casi de deslumbramiento. Me encuentro, aparte de con una prosista febril, que trasciende su frivolidad, con una limpiadora, o una anestesista, o una secretaría, o una recepcionista que lleva consigo, en todo ese trasiego, una carpeta con casi ochenta cuentos. Y todos ellos geniales.

No resulta fácil encontrarse (como lector o como persona) dentro del perímetro donde Lucia crea: centros de desintoxicación, salas de urgencias, consultas con doctores —sus jefes— desquiciantes, monjas de perversa autoridad y sí, casas cuyas amas —las que le encomiendan la limpieza— agonizan entre el lodo que sus maridos les sirven en cubiteras de lujo. En ese lodazal, bañado por Jim Beam y atiborrado de pastillas, nadan los personajes de L. B.. Y ella con ellos. Del maestro Chéjov aprende que tiene que sufrir con quienes conducen sus historias para que fluyan, para que sigan escribiéndose, después del último punto, en la cabeza de sus lectores. En el cuento-ensayo de escritura Punto de vista lo describe y lo ejemplifica, no abandonando ni un momento (ni siquiera en la miseria sórdida de los domingos) a una Henrietta que no es más o menos feliz que nosotros mismos. Ahí está su secreto (y el nuestro, de paso).

Luego te tropiezas (ese es el verbo con Lucia) con cuentos que exploran un lugar sabido, pero que inmediatamente es otro tras su mirada: una roñosa lavandería (la Lavandería Ángel) se convierte en la piedra de toque de dos civilizaciones, la india norteamericana de un tal Tony, con su misterio arrogante, y la blanca anglosajona de la autora, en su variante chejoviana, que pocas veces desdeña y casi siempre incluye.

O con el cuento más o menos largo que da título al libro de relatos donde finalmente quedaron aposentados —tras años de vagabundaje sentimental, de experiencias poético-conyugales, de escoliosis salvaje, de todo el alcohol del mundo— sus casi ocho decenas de maravillas en prosa: Manual para mujeres de la limpieza, un auténtico catálogo de servicios domiciliarios que recorre una geografía tan real como emocionada (el discreto desbordamiento final con apenas cuatro palabras así lo proclama). Las distintas ubicaciones y evocaciones del fresco de personajes tampoco se apartan, ni en lo menor, de esa narradora respetuosa con el sufrimiento y amante de la contemplación cómplice; en otro relato de cierta extensión, Querida Conchi, hace lo mismo ensartando cartas entre confesionales y salvajes, y el lector al final no sabe si hallarse más en Conchi que en Lucia, o al revés.

Pero tengo entre mis favoritos a Macadan, un cuentecillo de no más de cuatro párrafos que es más bien toda una poética, y donde sospecho el origen de la escritura del resto de los relatos. En eso que nombra y no nombra una palabra está siempre la razón de la buena narrativa, y casi que de toda la literatura.

Y, como rasgo más querido de Lucia, la concisión fugaz, como de estrella en un cielo de agosto, algo que he rastreado después en relatistas de esta hora, como Mariana Enríquez y Samanta Schweblin: Vi hijos y hombres y jardines en mis manos, así despacha Lucia Berlin en Lavandería Ángel toda una trayectoria de vida y escritura, casi sin que se note el polvo rescatado de la carpeta que contiene, junto a sus cuentos, las manos de su existencia entera.

Nota limpia:

Además del libro de relatos de donde extraigo lo de arriba, Manual para mujeres de la limpieza, se sucedieron más publicaciones posteriores a su relanzamiento tardío como escritora: Una noche en el paraíso, Una vida nueva, y el directamente biográfico Bienvenida a casa.

Lucia Berlin aparece también troquelada en esta entrada, publicada conjuntamente por Masticadores y fm|al, y pronto estará disponible (junto con otras 19 troquelaciones más) para el público general en el libro Cartas desde América, de reciente aparición.

Esta entrada se publica conjuntamente aquí y en Masticadores.com, donde aparecerá en breve.